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COINCIDENCIA

«Pensar/ Transferir/ Actuar» – Entrevista con Diego Aramburo

Diego Aramburo, Photo by Alvaro Gumucio Li

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Diego Aramburo
Carolina Martinez

Fecha
Julho de 2020

Por Carolina Martinez

En estos últimos meses el mundo entero ha estado contando una historia en conjunto sin tener que haberse puesto de acuerdo. Usualmente, los diferentes relatos y sucesos que tienen lugar en diversos lugares son reunidos bajo una narrativa en común que se interpreta como la realidad de un momento, espacio y tiempo.  

El programa “COINCIDENCIA” quiere en este momento posibilitar el encuentro de ideas, ilusiones, miedos, críticas y diferentes formas de expresión humana y artística para discutir en conjunto qué nuevas maneras, modelos y lenguajes podemos proyectar para un mundo post-Coronavirus. 

El artista visual Felipe Castelblanco, el colectivo de danza Young Boy Dancing Group, la directora de teatro y dramaturga Diego Aramburo, la plataforma editorial de arquitectura Transfer-Arch y la curadora de Arts @ CERN, Mónica Bello, son quienes para esta ocasión comparten su visión frente a esta urgencia desde sus pensamientos y quehaceres. 

La pandemia global del COVID 19 desató una crisis sanitaria que ha amplificado los problemas sociales, políticos, económicos y humanos en general, viviéndose en un constante estado de fricción, miedo, alerta e incertidumbre. Un colapso, no solamente en el ámbito de la salud, sino que también uno en que nuestras creencias y paradigmas más fundamentales han sido desplazados y dislocados, sometiéndonos a una adaptación colectiva y una mutación, en la que la conceptualización del presente y el futuro no es posible pensarla más de la misma manera. Mutación de percepción, conciencia y realidad (es).  

Aunque flotando en la incertidumbre, es momento de actuar; acción que incluso es parte de la definición de lo real. Y así es que el sistema del arte ha visto como su forma y estructura han tenido que transformarse y pensar otros futuros posibles, tanto para la propia disciplina, práctica y pensamiento artístico, como para encarar esta distopía que ya no habita más en la ciencia ficción. 

Incómodo y doloroso pasaje, pero donde emerge una oportunidad para conservar y levantar la esperanza desde este campo, donde a lo largo de la historia ha sido la poética del arte la que ha reunido todas las otras prácticas humanas para manifestarlas y ofrecérselas a la humanidad. 

En este escenario, donde el confinamiento ha sido una de las estrategias para apalear esta pandemia, la transferencia de conocimientos y praxis ha tenido que indagar en otras formas de llevar a cabo el intercambio, y experimentar con otras relaciones de lenguajes y formatos, sirviéndose de lo conocido y lo por experimentar.  

Performance "Bolivian Trilogy", Photo by Siim Vahur
Performance «Bolivian Trilogy», Photo by Siim Vahur

 

CAROLINA MARTINEZ: Estamos en un período de adaptación colectiva, en un momento alrededor del cual ya se ha reflexionado bastante acerca del impacto individual y global, y donde estamos logrando ver un cambio. ¿Podemos reconocer en este movimiento algún peligro? ¿Dónde y de qué maneras se manifiesta? 

DIEGO ARAMBURO: A nivel general, los peligros evidentes son los de tener ‘democracias’ cada vez menos democráticas, con restricción de movimiento y libertades, controlándonos vía TIC. Sociedades más polarizadas en cuanto a la economía, incluso hasta la supervivencia, y gobiernos protectores de un localismo que se va pareciendo al nacionalismo y sus peligros.  

Todo esto lo podemos constatar en las noticias que nos dejan ver lo que sucedió en China y la implementación de apps que regalan nuestra información y privacidad a un mundo en el que unas pocas personas, sean gobiernos o empresarios, tienen manejo de esta big-data y la usan en beneficio propio y no de quienes solo les servimos como combustible para sus negociados.  

Vemos también el cierre de fronteras y el maltrato a quienes están en situación de ‘tránsito forzado’ como pueden estarlo migrantes y refugiadosMigrantes que son obligados a serlo: por la desigualdad económica que existe entre los países ‘desarrollados’, que en gran parte lo son gracias a la explotación de recursos provenientes de los países irónicamente denominados ‘en vías de desarrollo’, pero donde tales vías de posible desarrollo son frecuentemente usurpadas por la asimetría que se incrementa desde el genocidio y secuestro de futuro, asuntos iniciados en las colonizaciones hace más de cinco siglos. Y refugiados que deben huir de situaciones de convulsión y violencia que son literalmente guerras que han sido inventadas por los poderes establecidos y sus respectivos intereses, violencia bélica de las cuales las sociedades de ‘a pie’ son víctimas, casualities, y nunca causa. 

Luego está la polarización entre pobres y ricos, que de igual manera, es indisimulable. Y ahí hablo de ‘países pobres’ porque cada vez están peor ‘gracias a la ayuda’ de organismos supra-nacionales como la ONU y la OEA, la banca internacional, y las políticas neoliberales con las que estos insisten en entender y manejar el mundo, que en situaciones de calamidad como la que vivimos llevan a que los que pagan para que las economías fuertes salgan a flote siguen siendo dichos países. Acá no uso el eufemismo ‘en vías de desarrollo’ porque hay que dejar claro que se trata de países pobres cuyas ‘vías de desarrollo’ no son fomentadas, sino que por el contrario, son impedidas por las políticas internacionales. De hecho, más que hablar de ‘países pobres’, me parece que debemos hablar de países y regiones empobrecidas por tales políticas internacionales.  

Esto se evidencia cuando analizamos el historial del sistema de préstamo y deuda externa, y el de reservas internacionales de los distintos tesoros generales nacionales, cuyas reservas en realidad y para empezar, son robos a las naciones empobrecidas; y gracias esas reservas usurpadas y a todo un sistema muy artificioso de leyes internacionales, estamos donde estamos y hablar de cualquier tipo de resarcimiento o reparación, es recibido con sarcasmo y calificado como desconocimiento y despropósito histórico fuera de tiempo y lugar 

Pero además, vemos este aspecto de polarización económica al interior de cada sociedad y país, y esto ya incluye a los países ‘desarrollados’. El contraste entre los multimillonarios y la clase media se va haciendo menos sostenible, además de los bolsones de miseria ya existentes. Ya no se puede estar ciegos a esa extrema contradicción que incluso ‘disfrutábamos’ al consumirla en series audiovisuales distópicas que nos ayudaban a normalizar el hecho de que hay un contraste inhumano e imperdonable entre quienes mueren de hambre a la vuelta de nuestras esquinas, y quienes gozamos de la burbuja de tener techo, comida y ciertas comodidades mínimas de la civilización occidental, incluyendo Internet y plataformas que nos llenan la cabeza de esos productos de entretenimiento que normalizan y refuerzan la distracción al momento de mirar esa polarización. 

Respecto a la cultura y las artes, veo un peligro en cuanto a la banalización de la “aproximación-a” y el “consumo-de” arte y cultura. Con el confinamiento global se dio un supuesto mayor consumo de arte y culturapero que recién ahora comenzamos entender cómo se ha ido convirtiendo en un nuevo pasatiempo donde óperas, obras de teatro y danza o visitas a muesoshan pasado a ser simplemente otros productos audiovisuales. Por esto, creo que tanto artistas como autoridades culturales y plataformas de difusión de arte y el pensamiento, debemos ser cautos y no descuidar el efecto colateral que puede implicar separar a la experiencia de lo artístico, y sobre todo, de su aspecto más importante que es el encontrarse con un instante de pensamiento crítico de la humanidad, a diferencia de disfrutar de productos estéticos de entretenimiento. 

Al margen de esto, en un momento en que la producción artística y cultural ha ayudado a mantener la salud mental durante el encierro se ha visto que al momento de recortar fondos, el primero en sufrir ha sido el campo cultural. 

Todos estos aspectos negativos son los peligros que no podemos descuidar y que debemos poner sobre la mesa, ojalá sobre la (s) mesa (s) de discusión y negociación política y económica mundial.  

CM: La apertura de lo que sucede en los ámbitos del arte y la ciencia, y en general del conocimiento, es posible gracias a la comunicación y por sobre todo a la transmisión, que es lo que “COINCIDENCIA” ha propuesto desde sus inicios como programa. En este sentido, el intercambio se ha manifestado en viajes, residencias, exhibiciones y otros proyectos: instancias que hoy han tenido que buscar una reconfiguración. Frente a este nuevo escenario ¿cómo piensas que podríamos, hoy y en el futuro, lograr el intercambio? 

DA: Es crucial no bajar los brazos en este aspecto y reforzar programas como COINCIDENCIA. Creo que la insistencia en el intercambio y la aproximación entre artistas es un paso inicial que posibilita que las respectivas sociedades se abran realmente a ver otras realidades, en vez de solo consumir el próximo pasatiempo a través de imágenes e historias algo diferentes porque provienen de otra parte del mundo y tienen colores distintos. Es decir, poder tener una pequeña y ojalá gran experiencia de acercamiento a la alteridad, gracias a ejercicios de atención y escucha. 

Creo firmemente que precisamente el hábito opuesto del simple consumo, o sea, una lectura e interpretación internalizante frente a una obra, lleva a los públicos a la experienciay no a pasar-el-tiempo. Eso permite la posibilidad de un verdadero encuentro con lo que desconocemos en la alteridad y lo que ella tiene para expresar, compartir y revelar. Y eso lleva los artistas y sociedades a no caer en los peligros y errores que comento al inicio, y en los que venimos reincidiendo. 

A nivel práctico, ahora hay que acudir a las tecnologías de las comunicaciones como primera medida, pero no podemos rendirnos, para en un futuro, lograr encuentros presenciales que son los que hacen real y tangible la alteridad. Como mencioné antes, creo que el consumo de arte y cultura a través de la pantalla en el tiempo de cuarentena hevidenciado que el filtro de la bidimensionalidad facilita mucho el distanciamiento, incluso la negación de lo que no experimentamos. Para reaccionar de alguna manera a algo, hemos tenido que llegar a ver el detalle de los hechos más descarnados (uso ese término por la presencia en su interior de la palabra carne, pues el hecho es algo extremadamente carnal y crudo)como el monstruoso asesinato de George Floyd. Además hay que tener en cuenta que ha sido la manifestación física, con cuerpos en las calles, la que ha llevado a que gobiernos, políticos y sociedades no puedan seguir manteniendo el negacionismo que abunda en relación a los temas críticos que hay detrás de un hecho así. 

Es crucial corporeizar las alteridades, sus conceptos, experiencias y visiones de mundo para poder empatizar y abrirnos a su diferencia. Como digo, eso ayuda a no seguir el camino de la negación que parece la lógica generalizada en el mundo actual, una lógica perversa que debemos seguir combatiendo, pues esta empobrece y hace menos humanas y más violentas nuestras sociedades. 

Entonces ¿qué caminos puede seguir COINCIDENCIA”? Sin duda que reforzar su acción por vías virtuales, sin dejar lado el intercambios físicoy pronto seguir llevando artistas suizos a otros lugares e invitar artistas de otros lugares a Suiza, manteniendo ese diálogo horizontal, una de las grandes y mejores características del programa. La idea de superar y borrar fronteras es algo fundamental que está en el espíritu de COINCIDENCIAy que también puede aplicarse a los lenguajes del arte en sí, generando una apertura mental en quienes hacen y en los públicos, en relación a diálogos y propuestas artísticas abordados desde la liminalidad lingüística, lo que probablemente llevará a pensar nuevas y más ricas formas de tecnología y medios de transmisión, de  maneras que no sometan a las creaciones a sus formatos, sino que las artes dialoguen con y en estos para lograr encuentros y no solo ‘consumo’. 

En este sentido es interesante que una de las tantas diferencias entre entretenimiento y arte es que el primero facilita y colabora con el negacionismo, mientras que el arte hace lo opuesto: expone, evidencia y cuestiona. Así es que COINCIDENCIA tiene muchas ventajas y fortalezas en esa línea y eso es algo que no se puede perder. 

Diego Aramburo, Photo by Alvaro Gumucio Li
Diego Aramburo, Photo by Alvaro Gumucio Li

 

CM: La inestabilidad que está sintiendo cada uno nos hace conscientes de nuestra fragilidad, donde el futuro va adquiriendo un nuevo significado. Hemos parado en conjunto y estamos en un tiempo que podríamos decir “de espera”. ¿Cómo se ha manifestado en tu trabajoestepresente? ¿Es posible pensar en el futuro, y con ello imaginar las nuevas formas que podrían tomar tus proyectos? 

DA: Pienso en esto de muchas maneras. Primero está la certeza de seguir necesitando hacer arte porque hay necesidades expresivas, personales y contextuales que siento que preciso, debo y quiero canalizar en mis obras, creaciones e investigaciones. Quizás en una fase aún de recopilación y procesamiento de mucha información, vivencias y estímulos, pero ya estoy comenzando a volcar eso en papel de alguna (s) manera (s).  

Paralelamente, la incerteza absoluta acerca de si encontraré los mínimos recursos que necesito para concretar proyectos y obras. En Bolivia los apoyos para el arte son tan escasos al punto de ser inexistentes en ciertas ciudades. Logro sostener mi hacer artístico gracias a los trabajos que realizo afuera, tanto cuando me invitan a crear y dirigir para teatros o compañías en el exterior de Bolivia, y como cuando me invitan a presentar creaciones que hago con mi compañía boliviana Kiknteatr en festivales en el mundo. Lo que gano en esas instancias es lo que puedo reinvertir para seguir creando en mi país y sobrevivir. Ahora todo eso está postergado y hasta en riesgodados los cierres de fronteras, los recortes a cultura, y las políticas de cuidar los ya mermados presupuestos de artes y culturas priorizando lo local y postergando la presencia internacional. 

Entonces está la necesidad expresiva que va buscando modos alternativos para sobrevivir y resolver esa urgencia creativa, donde los formatos digitales y los mixtos entre los digital y lo corpóreo son un tema que me va ocupando y dándome imágenes e imaginarios, así como también la palabra está ocupando un gran espectro de lo que se asoma. Hay que imaginar futuros y creo que las mentes en las artes son las más aptas para proponerlosDebemos llamar la atención y hasta jalar las orejas a quienes tienen las decisiones en sus manos y creo que el arte tiene las vías para hacerlo ya que los medios de comunicación, tanto los tradicionales como los nuevos, van demostrando su ineficacia al respecto, salvo ciertas excepciones pero que se mantienen en la marginalidad, así como las artes propositivas. 

Personalmente, tengo la convicción de que mi arte siempre ha sido una especie de disrupción en las zonas de confort y con lo que es establecido como normal. En este momento deberían venir lenguajes aún más agudos que logren penetrar la percepción del  público: lenguajes que deberían cuestionar el medio digital en el que principalmente ahora habitan, así como antes cuestionaban lo escénico y la ficción. 

 

 

CM: El sistema y ámbito de las artes visuales reaccionaron bastante rápido al configurar y explorar nuevas estrategias comunicacionales para enfrentar el distanciamiento social y cierre de espacios culturales y galerías, entre otros. Algunas de estas implementaciones sin duda que permanecerán después de la pandemia ydarán nueva forma y visión a la práctica artística. ¿Cómo las artes performativas están haciendo frente a esta crisis? ¿Es posible crear nuevas maneras de hacer o necesariamente implica, en tu campo, la espera? 

DAparte de lo que justo antes mencionaba en relación a estocreo que es interesante revisar que lo audiovisual tiene un diálogo de larga data y varias aristas con lo performativo. 

El cine en su surgimiento se sirvió de técnicas y lenguajes desarrollados en el teatro, tanto en cuanto a la actuación y el cuerpo que sostienen la narrativa, como en su relación con la estructuración misma del relato y su transmisión audiovisual en sí. Luego, huyendo de ser un utensilio de otro lenguaje, la práctica escénica fue buscando sus especificidades para distanciarse del soporte audiovisual, pero a medida que la tecnología fue avanzando, las artes vivas terminaron incorporando a las imágenes en movimiento como parte de sus recursos estéticos y técnicos para transmitir sus contenidos, que hasta ese entonces se habían enfocado mucho más en lo íntimo, lo subjetivo y las áreas de cuestionamiento y crítica. Es decir, hay un diálogo de ida y vuelta respecto a los recursos que actualmente se puede diferenciar como naturales a uno y otro, y se debería permitir que ese diálogo siga su curso, ahora precipitado por la tecnología y el set de reglas que impuso la pandemia. 

Así es que la pregunta central desde mi propia práctica, es cuál es el siguiente paso en el diálogo entre la performatividad y teatralidad, y lo audiovisual. De momento no puedo responder a eso, pero creo poder encontrar la respuesta siguiendo otra pista característica de las artes escénicas y las artes vivas: el tiempo. La coexistencia está determinada por la simultaneidad en un espacio y tiempo entre quien (es) ejecutan la obra y el público. Sabemos que el espacio es una categoría que puede ser conceptualizada y no referirse únicamente al ámbito físico, por lo que distintas formas de espacios pueden ser comunes a quien propone la obra y a quien la procesa (espacios mentales, imaginarios y una gran gama de otros constructos). Luego, en relación al tiempo, creo que si entendemos que lo que favorece el encuentro presencial es calidad de tiempo y atención dada a la alteridad, se podría abrir un mundo de investigación sobre cómo favorecer la atención del público a estas narrativas íntimas, subjetivas y críticas que evidencian la alteridad y que cuestionan lo que creemos real y normal. Y ese foco de investigación, al ser trasladado a una creación hecha para ser difundida vía TICdemanda realmente una nueva aproximación al uso de lo audiovisual como medio, sea troncal o parte de una obra transdisciplinar. Pero todo esto, insisto, sin renunciar al encuentro presencial y las obras que trabajan desde ahí. 

 

Performance "Bolivian Trilogy", Photo by Orus
Performance «Bolivian Trilogy», Photo by Orus

CM: Tú y tu práctica tienen que ver con el desplazamiento de asignaciones culturales y conceptuales, así como también de género. ¿Cómo estos relatos, que además tienen que ver con política y territorio, podrán viajar y trascender en el intercambio? ¿De qué manera estas propuestas son afectadas por estos nuevos regímenes de control, vigilancia y aislamiento?

DA: Es exactamente a lo que me refería antes. Pero creo que la vigilancia de contenidos y censura no son imposibles de eludir, ya sea a través de la poética u otras formas ocultas. De todos modos el control es algo que viene aumentando dramáticamente desde hace mucho y su tecnificación digital solo lo ha vuelto más patente. Habrá que ir con cuidado en relación a esto, pero esa parte no es terreno desconocido para mí.  

Lo que sí es un desafío es tocar sensibilidades menos accesibles en sociedades cada vez más enfocadas en la individualidad como vía para lograr la supervivencia. Pero por otra parte, juega a favor que ya alcanzamos un nuevo nivel (negativo), y creo que hay más gente en estado de alerta y percibiendo que si no cuestionamos los conceptos con los que la cultura occidental nos ha tenido anestesiados, no llegaremos mucho más lejos como especie en este planeta. 

En otras ocasiones he descrito lo que propongo a nivel de contenidos como ‘terrorismo conceptual’Algo que ahora corregiría ya que las políticas del terror son monopolios de los Estados junto a sus aparatos de propaganda y de guerra, cuyos efectos además de ser negativos, producen parálisis y yo no quiero paralizar ni percepciones, mentes, o voluntades. Yo deseo lo opuesto, me interesa que las personas actúen, sean propositivas y críticas. Actualmente describiría mis conceptos y obras como alertas, o incluso como atentados conceptuales que van contra lo normalizado y la quietud; ‘atentados’ que no son violentos, pero sí atientan contra algo: contra mi propia quietud y comodidad. Lo que queda es persistir, y mientras no me deje anestesiar, puedo seguir estando en vida y no solamente en modo de supervivencia. Y para lograrlo, seguramente debo duplicar la carga de los detonantes, refinar los dispositivos que los disparan y agudizar la puntería (contra mí mismx), para que así los pocos o muchos ‘atentados conceptuales’ que me quedan, sean efectivos y logren resonar en mí y me lleven a otros lugares, otras comprensiones y otras vivencias menos limitadas de mí y mi entorno, y ojalá este movimiento logra generar alguna manera de invitación a unas cuantas personas a no quedarse quietas. 

Diego Aramburo, Photo by Alvaro Gumucio Li
Diego Aramburo, Photo by Alvaro Gumucio Li

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