«Pensar/ Transferir/ Actuar» – Entrevista con Young Boy Dancing Group

Por Carolina Martinez
En estos últimos meses el mundo entero ha estado contando una historia en conjunto sin tener que haberse puesto de acuerdo. Usualmente, los diferentes relatos y sucesos que tienen lugar en diversos lugares son reunidos bajo una narrativa en común que se interpreta como la realidad de un momento, espacio y tiempo.
El programa “COINCIDENCIA” quiere en este momento posibilitar el encuentro de ideas, ilusiones, miedos, críticas y diferentes formas de expresión humana y artística para discutir en conjunto qué nuevas maneras, modelos y lenguajes podemos proyectar para un mundo post-Coronavirus.

CARLINA MARTINEZ: Estamos en un período de adaptación colectiva, en un momento alrededor del cual ya se ha reflexionado bastante acerca del impacto individual y global, donde estamos logrando ver una transformación y, con esta, los peligros del cambio. ¿Podemos reconocer esta peligrosa potencia? ¿Dónde y de qué maneras se manifiesta esta latencia?
YOUNG BOY DANCING GROUP: Supongo que nosotros, como artistas, estamos acostumbrados a enfrentar la vida con un tercio del salario mínimo. Y, por lo tanto, a tener que arreglárnoslas. El peligro, en este sentido, es omnipresente. Y ahora más aún. Pero tener esto como condición básica nos llevó a que en YBDG intentáramos diversificar nuestro público y nuestros ingresos desde el inicio y a no depender de una sola fuente de ingresos.
CM: La apertura de lo que sucede en los ámbitos del arte y la ciencia y, en general, del conocimiento, se ha logrado gracias a la comunicación y, sobre todo, a la transmisión. Esto es lo que «COINCIDENCIA» ha propuesto desde sus inicios como programa. En este sentido, el intercambio se ha manifestado en viajes, residencias, exhibiciones y otros proyectos: instancias que hoy han tenido que buscar una reconfiguración. Frente a este nuevo escenario ¿cómo piensan que podríamos, hoy y en el futuro, lograr este intercambio? ¿Qué nuevas experiencias pueden tener un impacto en la transferencia?
YBDG: Dondequiera que se lleve a cabo un proyecto, se debe involucrar a los locales y estos deben recibir una buena remuneración financiera. Hemos ido ganando la experiencia de que los artistas y profesionales europeos que viajan a América Latina solo en beneficio propio no son bienvenidos. Si propones un trabajo o un presupuesto, tu presencia es muy bienvenida. Esto proviene, por supuesto, de la historia europea/norteamericana. Así que, en nuestra opinión, cuanto más prometedora sea una propuesta de proyecto en términos sociales y mejor integrada esté localmente, mejor.

CM: La inestabilidad que el mundo y cada uno de nosotros está sintiendo nos hace conscientes de nuestra fragilidad, haciendo que el futuro vaya adquiriendo un nuevo significado. Nos hemos detenido juntos y estamos en un tiempo que podríamos llamar «de espera». ¿Cómo han manifestado en su trabajo este presente que, de alguna manera, por ahora sólo se tiene a sí mismo? ¿Es posible pensar en el futuro y, con ello, imaginar las nuevas formas que podrían adoptar sus proyectos?
YBDG: El Covid19 y el Black Lives Matter (Las Vidas Negras Importan) nos enseñan que la solidaridad y la lucha por el cambio son más importantes que ser productivos en el propio trabajo.
Personalmente, yo diría que nuestro trabajo es 20% presentaciones, 80% burocracia. Para nosotros, ha sido bueno usar este tiempo para profesionalizar nuestra eficiencia burocrática. Además, regresamos al punto desde donde comenzamos: filmar películas, ya que se ven menos afectadas por las medidas de protección que las presentaciones. Como nueva forma, hemos adoptado la práctica del dibujo colectivo, la cual será desarrollada más adelante en este verano. Igualmente, este tiempo nos enseña a continuar con la construcción comunitaria y a colaborar tanto como sea posible, compartiendo las ganancias financieras. Apoyar a las personas que te rodean es más importante que tu propio enriquecimiento.
CM: Antes de las medidas de protección contra la pandemia actual, las formas de comunicación e interacción entre las personas habían adquirido un nivel de virtualidad e interacción en línea demasiado alto. Y ahora que estas formas han amortiguado y respaldado las nuevas formas de comunicación exigidas, la sociedad parece extrañar el contacto real y humano. ¿Cómo ven lo que está ocurriendo? Después de que esto pase, ¿volveremos al estado pre-internet o este régimen virtual y comportamental sólo se intensificará aún más?
YBDG: En nuestro caso, online u offline es lo mismo. Encontramos más personas con ideas afines online que offline. Supongo que no podemos hacer predicciones ya que cada área tiene su propia forma de funcionar. Para nosotros, el internet hace parte importante de nuestro trabajo. Es en donde comenzó y donde seguramente continuará. En este caso, podemos decir que la virtualidad es más real y humana que nunca. Ciertamente cruzamos la frontera en la que la virtualidad no es una opción sino una condición humana, siendo, también, una herramienta de expresión y un instrumento para explorarse uno mismo y explorar la libertad. La virtualidad nos separa físicamente, pero nos une, también, de muchas formas nuevas y eso es lo que nos interesa como artistas.

CM: Un grupo como el de ustedes es capaz de generar una simbiosis que conduce a un lenguaje y comunicación particulares, creando algo así como un «ecosistema». ¿Se ha transformado ese lenguaje como grupo? ¿De qué manera? ¿Cómo ese nuevo lenguaje puede cambiar el espíritu y la práctica artística de YBDG? ¿Qué oportunidades y crisis han enfrentado como grupo humano y cómo están llevando a cabo sus proyectos? Y a partir de ahí, ¿cómo cambia la relación con el otro, con el espectador, y cómo sería posible un intercambio entre ellos/ellas y ustedes bajo estas condiciones?
YBDG: Desde siempre, y ahora más que nunca, hemos sentido la necesidad de abrir estudios de danza en diferentes países donde las personas que trabajan con la danza puedan dar clases, hacer sus ensayos, reunirse y utilizar el espacio para asuntos aún indefinidos. La esencia es comprar una propiedad que sea fija, permitiendo que la propiedad privada se convierta en algo público. Necesitamos más espacios públicos donde podamos formar comunidad, pues el arte es sólo una expresión de comunidades. En un mundo que privatiza hasta el agua potable, el espacio público no es menos que un asunto radical.
