«Yadiko: The Dance Of Unity» – Entrevista con Diana Rico y Richard Décaillet

En 1975, el antropólogo suizo Jürg Ulrich Gasché emergió de la Amazonia colombiana con un antiguo instrumento de percusión indígena llamado Yadiko; un tronco de 14mts de largo para ser tocado durante una danza ritual principal de la Nación Murui. Como la tradición de la danza se está desvaneciendo, la investigadora indígena Aimena Urue siguió el camino de la Yadiko perdida y la encontró partida en dos en el Museum der Kulturen en Basileia, Suiza..
Dedicados a realizar investigaciones conscientes sobre culturas indígenas y medio ambiente, los artistas colombianos Diana Rico y Richard Decaillet están produciendo una serie documental ampliada de componentes de sonido, video y performances inmersivos. Junto con Aimema Urue, visitaron la colección de J. Gasché en Suiza.
Abajo, se encuentra la entrevista realizada por nosotros a Diana Rico, Richard Décaillet y Aimema Urue con respecto al tiempo que pasaron en Suiza realizando su investigación.

¿Cómo entraron en contacto por primera vez con el Yadico?
Yo oí hablar del misterioso Yadico la primera vez que fui a Leticia, capital del departamento del Amazonas, en 1996. Oí conversaciones sobre esta danza, pero en aquel momento nadie la estaba practicando y parecía ser un ritual hacía mucho tiempo olvidado.
Corte a 2015. Richard y yo habíamos estado trabajando juntos durante 10 años con nuestra empresa 4Direcciones, haciendo películas sobre la relación entre las tradiciones indígenas y nuestro mundo moderno. Empezamos, entonces, a trabajar en lo que sería «El Origen de la Noche», una inmersiva instalación sonora que encargó el Museo de Arte de la Universidad Nacional de Bogotá. La exploración de archivos en sonidos, lenguajes y canciones amazónicas referentes a este mito, nos llevó a entrar en contacto con ancianos de La Chorrera, en el Amazonas, la capital de Predio Putumayo, la mayor reserva indígena de Colombia. Los ancianos nos hablaron de sus tradiciones a través de canciones y mitos. Y todos llevaban al Yadico. La danza de la unidad.
Habíamos oído hablar de los Muruis (llamados Uitotos), sus ricas tradiciones y su resiliencia. Este pueblo, Gente de Centro, sufrió uno de los mayores genocidios de nuestra historia, durante la era del caucho, a principios del siglo XX. Pero, a pesar del éxodo y del debilitamiento de su pueblo, sus tradiciones se mantuvieron y el pilar de su fuerza reside en el ritual del Yadico. Visitamos La Chorrera y encontramos que algunas malocas aún tienen este instrumento, un árbol de 16 metros de largo, un tambor gigante tocado al unísono por más de 50 hombres que se paran en él, creando un sonido que viaja por más de 50km en la selva. Esto parecía un cuento romántico: el de un sonido que podía enviar mensajes a través de la selva profunda, que despierta a todas las criaturas subterráneas y que reúne, también, a todas las personas en paz.
Como todo en la misteriosa selva, nunca se puede obtener una historia única y clara, una que pueda unificar el mito, el sonido, la música, la danza, lo sagrado y la vida cotidiana en una sola. Entonces, todo lo que hemos reunido hasta ahora son fragmentos, piezas de un rompecabezas más grande que aún estamos por descubrir.
La historia principal trata de un Yadico, guardado en el depósito del Museo de las Culturas de Basilea y partido en dos. ¿Cuál es la historia detrás de este instrumento roto? ¿Qué nos dice acerca de la práctica de la antropología, o del tema habitual de la colonización o descolonización? Pero lo que más nos interesa explorar es: ¿qué nos dice este instrumento sobre el futuro de la relación entre los pueblos de la selva profunda de la Amazonía y las personas del llamado «primer mundo» en medio de la crisis ambiental que enfrentamos? Creemos que esto es lo que más importa en este momento.
¿Cuál fue la motivación para iniciar este proyecto de investigación y cuál es su objetivo?
Llegamos a La Chorrera, un pueblo muy bonito, pero también muy complejo, en el centro del departamento del Amazonas, donde el conflicto persiste, donde la gente vive en casi total abandono del gobierno y donde políticos corruptos roban el poco dinero que llega. Pero, además, estamos en medio de 6 millones de hectáreas de bosque primario atravesado por ríos de agua pura. Una tierra de abundancia y contradicción. En La Chorrera, se puede visitar la Casa Arana, el campo de concentración establecido por los peruanos en 1930 donde mantuvieron esclavos para extraer el caucho y suplir la demanda de neumáticos para aviones y tanques para las guerras.
Cuando nos invitaron a nuestra primera danza Yadico, nos impresionó no solo el poder de su sonido, sino de lo que éste crea en tu cuerpo físico y tu memoria emocional. Es como si sacudieran todo el ADN de tus moléculas. Es muy poderoso.
« Yadico: la danza de la unidad» es la continuación de nuestra exploración en el trabajo colaborativo. Nos apasiona, pues abarca todos los temas principales en los que nuestra productora ha estado trabajando a lo largo de los últimos doce años: el rescate de modos alternativos de producción artística, investigación etno-musical, diálogo intergeneracional, creación de nuevas narrativas basadas en el conocimiento tradicional y el potencial del documental ampliado para entender la historia, todo ello en el contexto del uso de la tecnología occidental para conectarse con las tecnologías originarias de las comunidades indígenas del gran continente americano.
El proyecto busca empoderar a las comunidades en el uso de herramientas de tecnología digital y las artes relacionadas con ellas. Todo esto con el fin de darle vida a la cultura ancestral, poniendo en contacto a las antiguas y nuevas generaciones. Crear contenidos y experiencias artísticas que podamos presentar en entornos culturales, locales e internacionales.
Nuestro objetivo es tener el resultado de esta investigación en el 2021 y mostrarlo, primero, en el Museo de las Culturas de Basilea y que haga parte del festival Culturescapes.
¿Qué importancia tiene el instrumento para el pueblo Murui?
Según Aimema Urue, un joven estudiante de La Chorrera con quien fuimos a visitar el Yadico en Basilea, «Yo había oído hablar del Yadico desde que nací. Mis padres me llevaron. Es un lugar que ayuda a restablecer el equilibrio en las relaciones de las naciones. Es por esto que el Yadico es la danza de la unidad, la danza de la felicidad. Lo estoy estudiando a detalle, muchas preguntas han surgido tras mi visita a Basilea».
Para la gente, el Yadico es a la vez un instrumento de percusión, un ritual, una anaconda y una imagen de unidad y gloria. Va más allá del significado simbólico y tiene un impacto curativo real, tanto en el cuerpo y la mente como en las emociones. Protege, cura y renueva la energía de toda la comunidad.
El Yadico todavía existe en algunas comunidades tradicionales de la Amazonía. Una de ellas es la familia Kuiru, de Puerto Milán. Calixto Kuiru es el anciano a cargo de esta maloca donde fue hecho el Yadico que hoy en día se encuentra en Suiza.
La importancia del Yadico en Suiza radica en que sabemos exactamente dónde fue hecho, por quién y que la familia todavía mantiene la tradición. Una de las nietas de la familia fue a Suiza hace algunos años y ahora también fuimos con Aimema. Entonces, la leyenda del Yadico en Suiza es ahora una gran historia en la selva.

¿Qué encontraron durante su visita a Suiza?
En nuestro primer día en Basilea, fuimos directamente al depósito del Museo de las Culturas y fuimos ayudados por Alexander Brust, un guía increíble a través de los fantásticos reinos del depósito. Fuimos al espacio donde está guardado el Yadico. Fue un momento muy emotivo y conmovedor el verlo allí. Pero partido en dos. Con un hermoso tallado en madera. Una imagen fuerte. Inclusive, dolorosa.
Aimema estaba allí, saludando a un anciano, a un espíritu, a un ser vivo. Le cantó a ella/él/eso y bailó alrededor, alimentándolo (a) con tabaco y jibia, sus plantas maestras. Aimema lo olió y descubrió de qué árbol estaba hecho. Pasamos una hora allí, fue muy especial haber visto finalmente el Yadico. El tallado en madera. Vimos que no había sido usado.
Al día siguiente, visitamos otros objetos muy significativos como los hermosos maguares, también nuevos y sin usar. Estos son los tambores que se tocan junto con el Yadico durante la danza – y para completar el set, hay cestas, trampas para peces, coronas de plumas e, incluso, el contenedor para Caguana. También algunas hermosas esculturas de madera, hechas por los Ocainas, también en La Chorrera. Aimema nunca había visto ninguno de estos en su vida – y él tiene 24 años.
Esto es lo que encontramos como objetos de cultura material.
¿Qué representa el viaje del Yadico a Suiza para la historia de los intercambios culturales entre los contextos suramericanos y suizos?
Comenzamos nuestra jornada con Jürg Ulrich Gasché, un antropólogo suizo que visitó Colombia antes de 1970 y que trajo todas las manifestaciones culturales de los Uitotos, Bora, Ocaina y Muinane que podemos encontrar en el Museum de Kulturen de Basilea. Esta es la colección más grande e importante del mundo. La relación -por el bien de nuestra investigación- comienza con él. Él estudió antropología en Basilea. Está enfermo, pero está vivo. Acabamos de descubrir que está en un hospital en Suiza.
J. Gasché tenía una estrecha relación con la familia Kuiru, específicamente. Y esta familia juega un papel central en lo que sucedió en los años setenta en la Amazonía. En especial, la lucha de reivindicación de sus derechos sobre su territorio de origen.
Por lo tanto, debemos investigar más este punto y explorar más a fondo. Esperamos poderlo conocer pronto.
¿Podemos relacionar esta investigación con algún tema específico de los estudios de antropología, tanto en los años 70 como ahora?
Primero, con el concepto mismo de la antropología. La idea de estudiar a otros seres humanos y tener una voz sobre sus voces. Creo que lo que tenemos que sacar a la luz en esta investigación son las voces originales de la gente de La Chorrera y cómo se ven a sí mismos hoy en día. Este ha sido el proceso desde los años setenta – de ser personas sin voz a ser actores y protagonistas de su propia historia. También hay aún personas como Richard y yo, artistas de la ciudad, que colaboramos con las personas en La Chorrera, como equipo, para evidenciar las nuevas posibilidades de diálogo y asociación.
Creo que esto puede ser uno de los aspectos principales de la investigación. Es, también, traer una mirada contemporánea a lo que significa este intercambio de objetos culturales para las personas relacionadas directamente con ellos.
Ambos mundos, el de la gente de la selva y el de las ciudades, se necesitan mutuamente. Y podemos abrir este espacio de colaboración. Debido a su historia y su forma de vida, a veces los indígenas no pueden acceder a ciertas posibilidades como la que nos abrió Coincidencia. En este sentido, servimos de mensajeros y traductores, y también de productores, activando las ideas que recopilamos cuando visitamos las comunidades de la selva. Estamos trabajando en el Yadico porque nos lo pidieron y nos dieron el permiso para hacerlo.
Esperamos traer artistas, pensadores y creadores suizos a esta colaboración para generar un recuerdo duradero de este encuentro.
¿Regresarán a Suiza y su obra será exhibida?
Sí. Tenemos que hacer más investigaciones en el Museo de las Culturas de Basilea, trabajando estrechamente con alguien de La Chorrera. Principalmente, queremos regresar con Nelly Kuiru, una de las nietas de Aurelio Kuiru, amigo de Gasché.
Espero que podamos venir el año que viene para hacer esta investigación, revisar documentación y todas las grabaciones de Gasché. Y, también, si posible, para tocar los maguares.