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COINCIDENCIA

«PENSAR – TRANSFERIR – ACTUAR» – Entrevista con SARINA SCHEIDEGGER

Por Carolina Martinez

En estos últimos meses el mundo entero ha estado contando una historia en conjunto sin tener que haberse puesto de acuerdo. Usualmente, los diferentes relatos y sucesos que tienen lugar en diversos lugares son reunidos bajo una narrativa en común que se interpreta como la realidad de un momento, espacio y tiempo.  

El programa “COINCIDENCIA” quiere en este momento posibilitar el encuentro de ideas, ilusiones, miedos, críticas y diferentes formas de expresión humana y artística para discutir en conjunto qué nuevas maneras, modelos y lenguajes podemos proyectar para un mundo post-Coronavirus. 

CAROLINA MARTINEZ: El intercambio de conocimiento se ha manifestado a través de viajes, residencias, exhibiciones y otros proyectos, también dentro de la experiencia que tuviste durante tu residencia en Colombia: frente a este nuevo escenario, ¿cómo consideras que podríamos lograr este intercambio en el día de hoy y a futuro?

SARINA SCHEIDEGGER: La residencia «FLORA ars+natura» en Colombia es una residencia muy distintiva y única, donde los artistas pasan diez meses juntos (mucho tiempo para una residencia) y el propósito es intercambiar conocimiento y aprender unos de otros durante este período de tiempo que consiste en seminarios, talleres, viajes y otras formas de compartir. Pero lo más importante de este intercambio es la habilidad de crear, mantener y establecer amistades con los que están a tu alrededor. Pero, ¿qué sucede cuando ese «alrededor» ya no existe? ¿Qué sucede cuando «alrededor» se reemplaza por «a la distancia»? ¿Cómo pueden surgir y desarrollarse las amistades en estas circunstancias inestables? ¿Qué sucede con el intercambio cuando ante la falta de vuelos solo hay reuniones por Zoom? Al observar las reacciones de artistas frente a la situación de la pandemia y teniendo en cuenta mi propia experiencia, considero que debemos desarrollar y trabajar en nuevos formatos para crear otro tipo de medio de comunicación en nuestras prácticas. Ahora podríamos utilizar plataformas digitales, conversaciones online, investigaciones en la web, charlas mediante redes sociales; así como también podríamos volver a las antiguas costumbres de escribir cartas, trabajar con instrucciones y guiones, desarrollar formas más efímeras y performativas y terminar aceptando su impermanencia. Pero finalmente, me pregunto si podemos desarrollar una práctica de intercambio sólo a través de plataformas digitales que nos permita manifestarnos con más profundidad y vision hacia el futuro.

Estoy acostumbrada a trabajar con el parámetro de la distancia. Recientemente se publicó el libro «Tiene palabras, ella» en colaboración con Ana Navas y «ESPAC» en México, del cual una gran parte se desarrolló por llamadas telefónicas e intercambiando material sin estar en el mismo continente.

Además, mi colaboración con la artista argentina Jimena Croceri también se desarrolló «sin que las dos estuviéramos en el mismo lugar», sino que intercambiamos nuestras opiniones e investigación a través de distintos medios de comunicación. Sin embargo, la aspiración o el objetivo no es solo un encuentro digital, al fin y al cabo siempre hay un proyecto, una exhibición, una presentación por realizarse, un encuentro por llevarse a cabo, una comida por compartir con los participantes y una conversación por continuar sin que sea interrumpida por la siguiente reunión online, la diferencia horaria o la falta de acceso a internet.

CM: La inestabilidad que cada uno de nosotros siente nos concientiza sobre nuestra fragilidad, haciendo que el futuro vaya cobrando un nuevo significado. Nos hemos detenido juntos y estamos en un periodo «de espera». ¿Cómo has manifestado en tu trabajo este presente?

SS: Nunca sentí que estuviéramos en un período «de espera» aunque entiendo que pueda percibirse así. El conocido apuro, la prisa y el ritmo acelerado a los que estamos acostumbrados pararon y desaceleraron por un tiempo. Personalmente y en relación con mi actividad artística, es y fue un modo distinto de cómo se puede experimentar el tiempo y concientizar sobre la fragilidad de cómo armamos nuestras agendas, nuestros planes ambiciosos, programas y proyectos. Claramente las cosas tuvieron que detenerse, posponerse, reconsiderarse, hasta incluso cancelarse, pero de forma inmediata se crearon nuevos formatos empeñosos, algunos en caliente, otros aparecieron y desaparecieron en un corto periodo de tiempo, y otros buscaron constantemente adaptarse al momento. En realidad, creo que nadie estaba «de espera», sino que trataban de ponerse al día, hacer algo, relacionarse de alguna forma con esta situación extrema o cambiar los hábitos conocidos para aventurarse en territorio desconocido. Esto demuestra de forma rigurosa cómo nuestra necesidad de ser productivos se encuentra totalmente anclada. De alguna forma me sorprendió toda esa eficiencia y me preguntaba si perdimos la oportunidad de enfocarnos más en las condiciones monetarias y precarias en las que las personas viven y que quedaron en evidencia en todo el mundo. Por supuesto que soy consciente de los privilegios que tengo al haber nacido y vivido en Suiza. Pero incluso aquí, la pandemia y sus consecuencias económicas nos demuestran la fragilidad del sistema (en el que estamos acostumbrados a vivir y deambular de alguna forma) y quienes pueden y quien no pueden recibir financiación pública y estatal. Por un lado, esto recién es el comienzo (y quién sabe qué pasará el año próximo); por otro lado, siempre hemos estado en esta situación (precaria) y es por ello que la necesidad de una estructura o redistribución alternativa (por ejemplo, un salario básico incondicional sin la presión de producir más y más) debería ser nuestra prioridad y ambición en el próximo tiempo.

CM: Tu principal forma de trabajo es, como dijiste, en colaboración, y de allí en relación con el agua y sus aspectos políticos, hidrofeminismo y fluidez. ¿Cambió la posición desde donde se abordan estos temas dentro del contexto de la pandemia que ha dejado en evidencia muchos otros temas políticos, ecológicos y sociales?

SS: A fines de febrero de 2020 regresé a Basilea, Suiza de mi viaje de investigación de tres meses en Chile. En ese momento, casi no había casos en Sudamérica y la pandemia estaba por empezar en Europa. Estaba investigando las políticas del agua en el desierto de Atacama y durante mis viajes tuve la oportunidad de relacionarme con muchas personas interesantes con diferentes orígenes; es por ello que volver y enfrentarme con la pandemia y su interconexión en nuestros cuerpos, nuestra tangencia, nuestro aire, nuestras aguas me hizo relacionar toda la investigación que había hecho con la situación actual. Pero creo que el punto de vista desde donde abordar este tema sigue siendo aún más una posición que defina e investigue el agua no solo como un recurso o una sustancia cuantificable e instrumentalizada, sino cómo el agua puede ser también un gran colaborador en nuestras formas de conocer y actuar y cómo estamos todos conectados por las aguas (por dentro y alrededor nuestro). Inspirada por el texto «Bodies of water» de Astrida Neimanis –donde describe el camino de un vaso de agua y cómo este vaso de agua que bebemos realiza su camino desde la planta de filtración hacia energía hidroeléctrica a un acuífero hasta que termina en una botella de agua que podemos volver a beber–, queda claro que el agua no es solo un recurso y que los fluidos no solo son inherentes a nuestros cuerpos sino que también comparten partes de cada uno de ellos a través del agua. Y en el contexto de la pandemia, este «compartir» cobra otro significado y preocupación que requiere más investigación en términos de sus consecuencias (a futuro).

CM: ¿Crees que con tu actividad artística puedes concientizar a la sociedad de que esta crisis no va a pasar -llegó para quedarse- y de que necesitamos cambiar nuestros hábitos más arraigados? ¿Cómo planeas incorporar tu pensamiento y tu trabajo a organizaciones sociales? ¿Qué nuevas formas de cooperación se te ocurren para llegar a aquellos que deciden y tienen poder en estos asuntos con los que tú trabajas?

SS: En Chile tuve la oportunidad de tener contacto con «Modatima – Movimiento de Defensa del Agua, la Tierra y la Protección del Medioambiente», una ONG que trabaja, por ejemplo, en la provincia de Petorca para fomentar los derechos de agua (Petorca se ve muy afectada por la exportación y la plantación de aguacates). Conversando con Camilo Mansanilla, geólogo y persona muy activa en esta región, pude comprender un poco de la compleja situación, su historia y pude acceder a cierta información confidencial sobre este discurso. Es un intercambio en desarrollo y no sólo es interesante por su contenido sino también en términos de cómo el conocimiento artístico, científico, jurídico y social puede colaborar en el futuro y llegar más lejos que a sus perspectivas inherentes, sus alrededores y sectores. Estar en Chile durante estos tiempos duros (antes del Covid19) me enseñó y me hizo dar cuenta una vez más que los movimientos sociales, políticos y el arte están realmente conectados, mientras que aquí en Suiza a veces siento que se los trata de forma separada. El espacio independiente «Sagrada Mercancía» inmediatamente convirtió su espacio de arte en un centro de ayuda para los heridos en las protestas, para colaborar en la protección de refugios para urgencias médicas dentro de las protestas y para crear un lugar que brinde seguridad en momentos de violencia y opresión estatal. Por eso, el enfoque de mi actividad artística e investigación se centra en las colaboraciones que pueden lograr que estos temas tomen mayor escala, pero mi trabajo y, lo que es más importante, mi intercambio se fundan en la amistad y la complicidad.